Una de las cosas más admirables de la época actual es el gran desarrollo de las telecomunicaciones. En particular, entre los enormes progresos que se ven, sobresalen las llamadas redes sociales, que permiten que personas de todo el mundo que no se conocen puedan hablar y enviarse información sin otro trámite que el de apretar unas teclas.
Dos son las redes sociales más famosas: Facebook y Twitter. Aunque Facebook es la que más usuarios tiene, Twitter se lleva la palma: la facilidad que ofrece para ocultar la identidad y para la difusión de lo que allí se publica lo convierten en un medio excelente para que todo llegue a todos, hasta el punto de que no es raro que los periódicos —digitales ya, en su mayor parte— se hagan eco también de lo más notable de la dicha red social.
Entre las particularidades de Twitter se halla la de que cada publicación (tweet, en inglés, que la Academia ha hispanizado con la forma tuit y que nosotros podríamos traducir por ‘trino’) tiene el número de caracteres limitado a 280 (aunque continuamente nos están repitiendo que pronto se aumentarán hasta 4000). Esto se hace, sin duda, para forzar a los miembros de la red social a ser breves. No obstante, quien lo considere un inconveniente, puede sortearlo con gran facilidad, pues bastará que escriba lo que se llama hilo, que permite enlazar varios tweets o trinos y componer discursos más o menos largos.
Sin embargo, también esa brevedad que —todavía— pide Twitter puede verse como una oportunidad de aguzar el ingenio —el literario especialmente—. Así, los usuarios podrían practicar haciendo aforismos (recordemos que, según el Diccionario, aforismo es una «sentencia breve y doctrinal que, en pocas palabras, explica y comprende la esencia de las cosas»):
«El sabio sabe acomodarse a las circunstancias como el agua a la forma del vaso que la contiene».
«Cuanto más ásperamente persigue a uno la fortuna tanto más digno es de mayor misericordia».
«En los casos raros un solo ejemplo hace experiencia».
Más: hasta podrían dedicarse al noble arte de la greguería, término inventado por el escritor español Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), que expresan de manera ingeniosa un pensamiento, humorístico o lírico:
«La leche es el agua vestida de novia».
«Lo más importante de la vida es no haber muerto».
«Todo el mar quiere salvarse en el tablón que flota».
«El filósofo antiguo sacaba la filosofía ordeñándose la barba».
Por desgracia, las publicaciones se usan para insultar a quienes tienen opiniones distintas y para difundir noticias falsas —o, lo que es peor, noticias que son verdades a medias—.
¡Cuánto talento desperdiciado!
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