lunes, 17 de octubre de 2022

SILLAS NO TAN ABSURDAS

 

Las sillas, de Ionesco, tradicionalmente considerada una obra absurda, tiene un final lógico.

Aprendiste que el teatro del absurdo nació después de la Segunda Guerra Mundial, influido por la corriente filosófica conocida como existencialismo, y que desarrollaba obras llenas de incongruencias y sinsentidos. 

Un ejemplo paradigmático era La cantante calva, de Eugenio Ionesco, en la que no aparecía ninguna cantante calva (hasta uno de los personajes llega a preguntar dónde está la cantante) y al final los diálogos son frases sueltas, que no guardan relación con lo que previamente ha dicho ningún personaje ni con lo que responderá después. 

Y en el mismo libro en que leíste La cantante calva también leíste Las sillas a.

Trata de una pareja de ancianos que reciben paulatinamente en su morada a unas personas invisibles e inaudibles, a las que ofrecen sillas y más sillas y con quienes conversan, en espera de un orador profesional que les exponga a estos invitados algo muy importante que el anciano quiere comunicarles. Cuando el orador llega, los ancianos se suicidan. Sin embargo, el orador es sordomudo y no consigue sino escribir palabras extrañas en una pizarra antes de irse. 

Y entonces ocurría lo que más te sorprendió: se oye a las personas invisibles. 

¡Se las oye! Los ancianos no estaban locos. Simplemente, el espectador de la obra no podía verlas ni oírlas

Te dio igual lo que pusieran sesudos análisis de Internet sobre la obra, incluidas algunas reflexiones del propio Ionesco

Te dio igual que la conversación de los ancianos con las personas invisibles e inaudibles estuviera llena de incongruencias. 

Te dio igual que el orador no pudiera hablar. 

En la existencia de aquellas personas descubriste un sentido. Algo tenía sentido en una obra absurda. 

Y te lo confirmó más aún el hecho de que, en una nota del libro que leíste, se decía que en una representación de la obra se la había hecho terminar cuando el orador profesional se marchaba

—Entonces sí que hubiera carecido de sentido —pensaste—. Si Ionesco la hubiera acabado ahí, la obra habría sido totalmente absurda. Pero no fue así. 

¿Será que quitar completamente el sentido a lo que sucede sobre las tablas no es tan fácil como a primera vista parece? 



     a Ionesco, Eugène. Teatro: La cantante calva, La lección, Jacobo o la sumisión, Las sillas, Víctimas del deber, Amadeo o cómo salir del paso. Editorial Losada S. A., Buenos Aires (1961). 




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