Una noche pusiste la televisión y miraste qué películas echaba.
Diste en ver una titulada La novena puerta (1999), de Roman Polanski, basada en El club Dumas, novela del escritor español Arturo Pérez-Reverte.
Por alguna extraña razón, al día siguiente buscaste la novela.
Había varias diferencias, como cabía esperar; pero una era la más notable. En el texto hay dos tramas paralelas: la de los misteriosos libros de Torchia y la de los aficionados a Alejandro Dumas. En la película el club de aficionados se convierte en una secta vinculada con los libros, por lo cual las dos tramas no son tan independientes.
Y esto te admiró.
En lo profundo de tu corazón sentiste… (¿podrás decirlo sin ruborizarte?)… sentiste que la película tenía más coherencia que la novela, que estaría bien reescribir el texto incorporando la idea de la secta.
***
Otra noche, mientras veías la propaganda en la televisión, anunció una película basada en Macbeth (2015), dirigida por Justin Kurzel, y te acordaste de la obra de Shakespeare, que habías leído en la juventud, y de una película de Orson Welles (Macbeth, 1948) que también viste en la juventud y te había impresionado.
Esperaste al día y a la hora anunciada y la viste.
Pero ¡qué gran diferencia! La película tenía efectos especiales llamativos, aunque no se entendía bien sin haber leído previamente la tragedia.
Y lo que es peor. El malestar de Macbeth, sus remordimientos y pesares se habían reducido muchísimo, y se centraban solamente en el miedo de perder la corona.
Hay adaptaciones… y adaptaciones.
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