Supongamos un pequeño fragmento de un relato o novela como el siguiente:
[***]
—¡No!, ¡no! y ¡no!... Porque lo digo yo, que
soy el que sabe.
—¿El que sabe? ¿El que sabe qué?
Estuvieron a punto de llegar a las manos,
pero, por fortuna, estaba allí mi madre para detenerlos. Después intentó calmar
los ánimos hablando del tiempo, pero no lo logró del todo.
Unos minutos más tarde, se acercó al grupo
un desconocido…
[***]
Nótese que el diálogo es interrumpido por una descripción de diálogo. El narrador nos dice que hablaron del tiempo, pero no nos informa de las palabras exactas. Como todos hemos sido testigos de discusiones, no cuesta mucho imaginarse en abstracto lo acontecido: invectivas, silencios, cambios de tema frecuentes por parte de la madre… pero a la hora de concretar, la cosa cambia. El autor teatral (y el guionista, si el relato o novela fueran convertidos en película) deberían escribir este diálogo en su totalidad (salvo que la conversación que condujo a la situación no fuera importante y toda la escena se pudiera suprimir e incluir narrada en otra). Por ejemplo:
HOMBRE I. — ¡No!, ¡no! y ¡no!... Porque lo digo yo, que soy el que sabe.
HOMBRE II. — ¿El que sabe? ¿El que sabe qué?
(Se disponen a pelear, pero la MADRE los
detiene).
MADRE. — ¡Bueno, ya basta! Hemos venido aquí a descansar, no a discutir. (Pausa. Se acerca a la ventana). Parece que va a llover.
HOMBRE I. — El meteorólogo de la televisión dijo que no llovería
HOMBRE II. — (Irónico). Los que se tienen por muy expertos a veces se equivocan.
(Pausa).
MADRE. — A mí me gusta que llueva… No sé… llamadme rara, pero ya desde pequeña me gustaba: las nubes negras, las gotas golpeando los cristales y el suelo…
HOMBRE I. — ¡Los hay mucho más raros que tú!
HOMBRE II. — Sí, tan raros que creen que puede llover a gusto de todos.
(Pausa).
MADRE. — ¿Habéis traído paraguas?
HOMBRE I. — Yo siempre traigo uno plegable en el maletín.
HOMBRE II. — ¡Qué previsor! Si lo hubieses sido cuando…
MADRE. — (Interrumpiendo). ¡He dicho que ya basta!
HOMBRE II. — Bien, bien…
(Pausa).
MADRE. — (Al HOMBRE II). ¿Tú no trajiste paraguas?
HOMBRE II. — No.
MADRE. — ¿Y cómo piensas volver si empieza a llover?
HOMBRE II. — Esperaré. Nunca llovió que no escampara.
(Pausa).
DESCONOCIDO. — (Acercándose). Buenas noches, disculpen que los interrumpa…
Es una de las peculiaridades que separa la prosa (y la poesía) del teatro: permite obviar diálogos aparentemente intrascendentes para la trama, diálogos que, sin embargo, suceden en la vida real. ¿Cuántas veces en una conversación se salta de un tema a otro, o se pierde durante algunos momentos el tema principal?
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