miércoles, 16 de octubre de 2024

UN DOLOR POÉTICAMENTE PROSAICO


A veces el amor se va, pero nos quedan los versos que le escribimos a la persona amada.


Estás releyendo los poemas que le escribiste hace muchos años a una persona a la que querías y que no te correspondió.

Notas, al releerlos, que no sientes nada de lo que sentías entonces. Recuerdas, lógicamente, que te invadía el dolor, pero ya ni siquiera queda —ni, mucho menos, revive— un atisbo de aquel dolor y, por ende, tampoco de aquel afecto.

Por eso no te dices a ti mismo «¡cuánto la quise!», sino «¡qué hermosos versos escribí!». Tu mente de escritor (pues no has parado de escribir en estos diez o quince años que han pasado) ya solo se percata de lo bien que te salieron los versos, de las imágenes que usaste, de la fluidez que conseguiste imprimir a las palabras a pesar de lo rígido de la métrica y de la rima. Te enorgulleces de haber sabido imitar a los modelos que leías en la escuela siendo casi un niño (Garcilaso, Quevedo, Machado, Lorca…).


Con razón Pedro Salinas llamaba al dolor «última forma de amar». Con razón decía que


«[…] mientras yo te sienta,

tú me serás, dolor,

la prueba de otra vida

en que no me dolías.

La gran prueba, a lo lejos,

de que existió, que existe,

de que me quiso, sí,

de que aún la estoy queriendo».


Y tú ahora eres la prueba viva de que, en efecto, es así.



martes, 15 de octubre de 2024

HIMNO A LAS MUSAS COMPUESTO POR LOS AUTORES DE ESTE HUMILDE BLOG


Hoy escribimos un himno a las musas


¡Oh, musas, inspiradoras de los artistas, encended en mí la llama de la creatividad y conducidme por vuestros senderos!

Sed el aliento de mis palabras y la luz de mi imaginación.


Regálame con historias de héroes y dioses, Calíope, de guerras y aventuras, de azar y destino.


Inspírame para contar el pasado de la historia de la humanidad, Clío, los hechos que marcaron a las naciones y a los pueblos.


Llévame hasta los Cielos, Polimnia, desde donde invite a todos a la oración, a la meditación y a la acción de gracias.


Ilumíname con tu conocimiento de las ciencias, Urania, que mis escritos brillen siempre por la lógica y la precisión.


Susúrrame los versos más apasionados, Erató, los que salen del corazón y expresan el amor.


Haz que mi música deleite con las melodías más hermosas y armoniosas, Euterpe, que eleven el espíritu y llenen a todos de alegría.


Que mis sones impulsen a todos los del coro a bailar, Terpsícore, que se muevan con gracia y elegancia.


Recuérdame las penas y los sufrimientos del ser humano, Melpómene, a fin de que la gente llore y se compadezca con mis cantos.


Pero que, a la par, no me olvide de las risas, Talía, ni de la vida en el campo (recuerdo de la mítica Edad Dorada).


¡Oh, hijas de Mnemosina, compañeras del séquito de Apolo, guiad mi arte con toque de gracia y encanto, que mis obras sean dignas de vuestro favor!