viernes, 12 de abril de 2024

EL «SONETO» DE GARCILASO


Hay gente que no distingue entre un soneto y una lira.

Te gusta la poesía desde que eras niño. Fue tu primera gran afición literaria.

Ya desde temprana edad (y antes que te lo explicaran en la escuela) te sabías casi todos los tipos de versos y casi todos los tipos de estrofas.

Sin embargo, llegaste al bachillerato y notaste que a un buen número de tus compañeros no se lo habían enseñado, y que otros lo habían olvidado totalmente (porque no les interesaba lo más mínimo).

Y coincidió entonces que la profesora de literatura —la misma de la que aprendiste lo que era un cadáver exquisito— era aficionada a poner exámenes muy extraños, que básicamente consistían en comentar textos, con análisis de métrica y rima incluido.

No preguntaba nada de las biografías de los escritores, a pesar de que abundaban en el libro de texto… Lo curioso es que, por alguna razón que no alcanzas, tus compañeros se empeñaban en estudiar lo que no se preguntaba, y no los tipos de versos y de estrofas.

En uno de aquellos exámenes llegaron a suspender más de veinte compañeros (en el aula de literatura no debía de haber más de treinta y cinco). Y la profesora, indignada, leyó en voz alta lo que consideró disparates mayúsculos (sin revelar los nombres de los autores, claro está).

Recuerdas que lo que había puesto para comentar era la primera estrofa de la Oda a la flor de Gnido, de Garcilaso de la Vega:

«Si de mi baja lira / tanto pudiese el son que en un momento / aplacase la ira/ del animoso viento / y la furia del mar y el movimiento…».

Es la que da nombre a la estrofa conocida como lira, y el disparate que no uno ni dos ni tres de tus compañeros, sino muchos más, habían cometido era decir que la estrofa se llamaba soneto.

¡Bueno! pensaste tratando de disimular una sonrisita. Al menos, sabían que Garcilaso estaba muy ligado a los sonetos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario