El pozo y el péndulo es uno de los relatos más conocidos del escritor estadounidense Edgard Allan Poe. En él se describen los pensamientos y angustias de un condenado por la Inquisición española en una celda donde acontecen varias escenas, entre ellas el verse atado bajo un péndulo con una cuchilla que desciende para matarlo; y, después de liberarse del terrible artificio, el movimiento de las paredes, que lo empujan a caer en un pozo. Todo ello ante la atenta mirada de los inquisidores.
La adaptación más famosa que de tal obra se ha hecho al cine ha sido la película The pit and the pendulum (1961), de Roger Corman (titulada en español El péndulo de le muerte), que se asemeja muy vagamente a lo del relato, ya que la historia gira en torno a la muerte de la hermana del protagonista —un inglés— en un castillo en España; y solamente los últimos minutos se corresponden con la escena del péndulo (quedando lo del pozo bastante difuso).
El mayor inconveniente de la película es, como ya comentamos en su día sobre la película Macbeth, de Justin Kurzel (2015) en el artículo Dos adaptaciones cinematográficas, que no se entiende si no se ha leído el cuento de Poe. Parece presuponer que todos los espectadores sabían perfectamente los pormenores que rodeaban al condenado por la Inquisición, y que hallarían gusto reparando en las similitudes y diferencias que había entre la cinta y el texto.
Eso tal vez en 1961 sería posible, pero en una época como la nuestra, tan poco aficionada a la lectura de relatos clásicos, merece reflexión.
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