De entre los tres géneros literarios —poesía, narrativa y teatro—, la narrativa es la más popular hoy en día, y dentro de ella, sobresale la novela. Basta con darse una vuelta por las librerías y grandes centros comerciales para encontrar estanterías llenas de novelas históricas, policíacas, de terror, fantásticas…
Incontables de estas novelas han sido adaptadas al cine.
En cierta manera, cuando leemos una novela, nuestra mente imagina la película correspondiente. El escritor, mediante los diálogos y las descripciones —de paisajes, personajes y estados de ánimo— nos induce a «producir» la película de su novela. En el cine, por el contrario, ya se nos da producida.
La televisión e Internet han favorecido mucho la difusión de las películas, y por ende, que se deje de leer, pues todos preferimos que nos den las cosas hechas a hacerlas personalmente. Además, estas películas suelen durar una hora y media o dos horas —aunque ello implique recortar o modificar la novela— y nos ahorra un tiempo que a veces puede extenderse hasta cinco horas de lectura.
El cine, en apariencia, guarda cierta relación con el teatro: hay personajes que se mueven y hablan, y decorados. No obstante, lo aventaja en muchos aspectos, entre los cuales podemos señalar:
. Las películas se producen una vez y no es necesario repetir las representaciones. Excepción a esto lo constituye la grabación de obras teatrales para su difusión por televisión o por Internet.
. En las películas se puede cambiar de decorado con facilitad: las obras dramáticas procuran tener un único decorado o uno por acto, a causa de la dificultad de cambiarlos. Casos como Götz von Berlichingen de Goethe y El gran mercado del mundo de Calderón de la Barca no serían representados con todos los decorados requeridos, sino que se representarían en el escenario oscuro mediante juegos de luces.
. Se pueden incorporar efectos especiales que ni de lejos se verían en el teatro.
El mayor inconveniente del cine es el elevado costo de producción, unido a la necesidad de coordinar a mayor cantidad de gente que en las compañías teatrales.
Sin embargo —y por el momento—, la gran pantalla no es capaz de reproducir artificios literarios como el Ulises de Joyce o Cristo versus Arizona de Camilo José Cela… y ha de resaltarse lo de «por el momento», porque con el impresionante desarrollo tecnológico de los últimos años ¿quién sabe lo que sucederá dentro de un decenio?
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