La literatura no solo se produce al escribir novelas, dramas o poemas.
También un artículo publicado en un periódico —o actualmente en una ciberpágina o en un blog— que trate de literatura en general o de alguna obra en particular se puede convertir en un texto literario.
¿A quién no le suenan frases como estas?: «Los personajes que ha creado fulano en tal o cual libro son reflejo de las pasiones humanas más arraigadas y vehementes. El dolor lo permea todo y la tristeza se siente —casi se palpa— en el ambiente, y el lector no puede evitar que ese dolor lo invada»; «pocos escritores como mengano pueden jactarse de forjar metáforas tan acertadas, tan potentes, tan vívidas» o «zutano lleva la escritura a un nuevo ámbito, en el que se mezcla lo personal, lo espiritual y lo social».
¿No estamos componiendo poesía en prosa cuando decimos tales cosas? La reflexión sobre el fruto de la escritura, las técnicas narrativas, los artificios estilísticos, las influencias que se notan en la obra y aun sobre el mero acto de escribir se convierte así también en literatura; y ello porque el artículo no será una mera crítica o análisis, sino una creación propia de quien reflexiona, que transmite la emoción y hasta la pasión que le han infundido lo que previamente ha leído. Al hacer tal clase de reflexiones, por tanto, la obra sobre la que tratamos nos habrá servido de inspiradora de una nueva obra —el artículo—, aunque cae de cajón que no de la misma manera que los clásicos grecolatinos a los clásicos españoles de los siglos XVI y XVII, como Fray Luis de León.