jueves, 18 de mayo de 2023

LO LLAMABAN JERRY


Micbael Crichton comete un error en su novela Esfera, al tratar de explicar por qué Harry es el extraterrestre llamado Jerry. En la película se simplifica esto, pero no elimina del todo la contradicción.

Esfera es el título de una novela, dividida en cuatro partes, del escritor estadounidense Michael Crichton (1987) y de la que se hizo una adaptación al cine en el año 1998. Trata de un grupo de científicos que son conducidos a una base submarina porque se ha encontrado una nave (que ha venido, presuntamente, de otro planeta) con una enorme esfera alienígena en su interior. A medida que la historia avanza se descubre que el extraño objeto confiere poderes prodigiosos a los que entran en él. Las diferencias más notables que hay entre el libro y la película se pueden leer en el blog Cine de escritor: «Libro versus Película: “Esfera” (Michael Crichton vs. Barry Levinson)».

Miembros del grupo de científicos son el psicólogo Norman, la bióloga Beth y el matemático Harry. Parte de la novela se centra en la comunicación con un ser extraterrestre procedente de la esfera que se comunica con ellos mediante un código numérico que descifra Harry: proyectando una espiral sobre el teclado de un ordenador, el matemático obtiene que 01 equivale a G; 02, a B; 03, a H; 04, a Y; 05, a T; 06, a F; 07, a V… y así sucesivamente, como se indica en el sitio Everithing2, en el apartado titulado «Hello. How are you? I am fine. What is your name? My name is Jerry».

El nombre del extraterrestre parece ser Jerry (03 30 13 13 04). Sin embargo, en el capítulo titulado «Análisis ulterior» (en la tercera parte del libro), Norman descubre que Harry se ha equivocado al descifrar el código del primer mensaje, y que su nombre real es Harry, de donde concluye que el matemático ha estado generando las respuestas del pretenso extraterrestre gracias al poder de la esfera.

Así y todo, hay una aparente incoherencia en lo que ocurre: Harry no yerra confundiendo todas las H y las A del texto con J y E, solamente cuando se nombra al extraterrestre (03 30 13 13 04). Así, por ejemplo, para decir «hola» el alienígena usa 03 21 25 25 26 (H E L L O, en inglés) y no 09 30 25 25 26 (J A L L O). Por qué pasa esto no se explica directamente en ninguna parte de la novela, aunque un conato podría hallarse en el capítulo de la cuarta parte «Las sombras», donde Norman le expone a Beth sus descubrimientos. Según Norman, cuando comenzaron a comunicarse con el extraterrestre, Harry era reticente a preguntarle el nombre completo porque temía que en la pantalla del ordenador apareciera «Harry» y no «Jerry», lo que implicaría que Harry ya sabía desde el principio que él había sido el creador de aquel ser y que había falsificado adrede el nombre que constaba en el primer mensaje.

Pero esta conclusión topa con un escollo en otro capítulo de la cuarta parte, «0640 horas», donde Beth dice que no ha sido Harry sino Norman el creador de Jerry, y que el nombre completo de Norman es Norman Harrison. Si eso es cierto, ¿cómo consiguió Norman que Harry errara al descifrar el código? La bióloga también insiste en que el psicólogo temía que en la pantalla apareciera el verdadero nombre del extraterrestre, lo que podría hacer suponer al lector que Norman influyó en Harry para que se este último equivocase gracias a los poderes de la esfera, aunque en ningún momento se entra en tales pormenores.

En la película, a pesar de que se elimina lo de que fue Norman quien creó a Jerry, no se menciona lo de que Harry tuviera reticencias a preguntarle el nombre al pretenso extraterrestre, y se hace más difícil que en la novela deducir el porqué del error al descifrar el código numérico.



domingo, 14 de mayo de 2023

EL COMERCIO Y LOS LIBROS


El libro hoy en día es un producto de consumo más, como las hortalizas.

Dicen que en la época que nos ha tocado vivir se publica más que nunca. De cuando en cuando los estudiosos nos recuerdan el enorme número de libros que cada año dan a la luz las editoriales —que están saturadas—: son miles y miles de libros, de toda clase, aunque principalmente novelas y ensayos. Dentro de la novela, la de género es la que se lleva la palma; y en el ámbito ensayístico, es el que trata temas políticos contemporáneos (lo cual no es de extrañar, ya que hoy en día la política lo inunda todo).

A tal extremo llega la saturación que se ha vuelto también un tópico decir que es imposible que alguien se lea todo lo que se publica en España durante un año, ni siquiera lo que se publica de algún género o de un tema determinado.

Y, para comprobar que ambas afirmaciones son ciertas, basta pasearse por cualquier supermercado de cualquier ciudad (no hace falta ir siquiera a uno de Madrid o Barcelona) y observar las mesas y estanterías en las que están puestos a la venta los libros: decenas y decenas, o cientos y cientos…, que, en efecto, nadie que no tenga todo el tiempo libre del mundo podría leer; y los veremos cuidadosamente clasificados, como cualquier mercancía, por géneros (de la misma manera que las hortalizas están con las hortalizas y los postres con los postres), para que el consumidor (en este caso, el lector) no se despiste y escoja fácilmente el libro del género que a él le gusta.  

Todo lo anterior, sin embargo, no se puede predicar del teatro y de la poesía, ya que se publica poco y se lee menos. No son géneros tan comerciales como la novela el ensayo, y se nota.



viernes, 12 de mayo de 2023

LAS HIJAS DE CELESTINA


Las imitaciones de La Celestina tuvieron una gran importancia; no son meras obras que hay que olvidar.

A todos en la escuela nos han hablado de La Celestina: esa obra escrita a caballo entre la Edad Media y la Moderna, de género incierto (porque, aunque tiene pinta de obra de teatro, no lo es), llena de episodios «obscenos», donde los personajes nobles se mezclan con los más plebeyos y donde, en consecuencia, el lenguaje elevado alterna con el popular. De lo que no se nos suele hablar es, sin embargo, de que, como todo éxito editorial, generó un torrente de imitaciones. Y, si acaso se hace mención de ellas, es para desautorizarlas, por ser muy inferiores a la obra primera y original.

No obstante, de lo que parece que ni se percatan los que les restan valor a las imitaciones es de que estas contribuyeron a la vulgarización de un género —la comedia humanística, que es a la que pertenece La Celestina, y que se caracteriza por su estructura formalmente teatral, aunque destinada solo a la lectura, a causa de su extensión—, que es al que pertenece La Celestina, ya que las obras de esta clase se escribían en latín y no en lengua vulgar (en nuestro caso, el castellano o español). El imitar a La Celestina para ganar dinero animó a la gente docta —la que sabía leer y escribir, que en aquella época era muy pequeño número— a usar su lengua materna para componer comedias humanísticas en vez de la lengua latina, lo que significó que las lenguas vulgares sirvieran para expresar lo mismo que la que se consideraba la lengua superior, esto es, para dignificar las lenguas vulgares.

Pero hay otra cosa que se olvida: que en España contribuyó a separar el texto teatral de su representación, favoreciendo el desarrollo de la novela dialogada, que llegaría a su cumbre a finales del siglo XIX con las novelas dialogadas de Benito Pérez Galdós El abuelo y Realidad.