lunes, 24 de abril de 2023

ENCADENADO A LOS TERCETOS

 

La gran rigidez de los tercetos encadenados.


Los tercetos son estrofas de tres versos de arte mayor en los que el primero rima en consonante con el tercero. Cuando el segundo rima con el cuarto y el sexto (primero y tercero de la siguiente estrofa), se dice que los tercetos están encadenados.

Se suelen representar como ABA BCB CDC DED EFE FGH… Tienen origen italiano (Dante y Petrarca) y fueron importados por Juan Boscán y Garcilaso de la Vega.

A modo de muestra, reproducimos la oda XVII de Fray Luis de León, titulada En una esperanza que salió vana:


«Huid, contentos, de mi triste pecho;

¿qué engaño os vuelve a do nunca pudistes

tener reposo ni hacer provecho?


Tened en la memoria cuando fuistes,

con público pregón, ¡ay!, desterrados

de toda mi comarca y reinos tristes,


a do ya no veréis sino nublados,

y viento, y torbellino, y lluvia fiera,

suspiros encendidos y cuidados.


No pinta el prado aquí la primavera,

ni nuevo sol jamás las nubes dora,

ni canta el ruiseñor lo que antes era;


la noche aquí se vela, aquí se llora

el día miserable sin consuelo

y vence el mal de ayer el mal de agora.


Guardad vuestro destierro, que ya el suelo

no puede dar contento al alma mía,

si ya mil vueltas diere andando el cielo;


guardad vuestro destierro, si alegría,

si gozo, y si descanso andáis sembrando,

que aqueste campo abrojos solo cría;


guardad vuestro destierro, si tornando

de nuevo no queréis ser castigados

con crudo azote y con infame bando;


guardad vuestro destierro que, olvidados

de vuestro ser, en mí seréis dolores:

¡tal es la fuerza de mis duros hados!


Los bienes más queridos y mayores

se mudan, y en mi daño se conjuran,

y son por ofenderme a sí traidores;


mancíllanse mis manos, si se apuran;

la paz y la amistad, que es cruda guerra;

las culpas faltan, más las penas duran.


Quien mis cadenas más estrecha y cierra

es la memoria mía y la pureza;

cuando ella sube, entonces vengo a tierra.


Mudó su ley en mí naturaleza,

y pudo en mí el dolor lo que no entiende

ni seso humano ni mayor viveza.


Cuanto desenlazarse más pretende

el pájaro captivo, más se enliga,

y la defensa mía más me ofende.


En mí la culpa ajena se castiga

y soy del malhechor, ¡ay!, prisionero,

y quieren que de mí la Fama diga:


“Dichoso el que jamás ni ley ni fuero

ni el alto tribunal ni las ciudades

ni conoció del mundo el trato fiero;


que por las inocentes soledades,

recoge el pobre cuerpo en vil cabaña

y el ánimo enriquece con verdades;


cuando la luz el aire y tierras baña,

levanta al puro sol las manos puras,

sin que se las aplomen odio y saña;


sus noches son sabrosas y seguras;

la mesa le bastece alegremente

el campo, que no rompen rejas duras;


lo justo le acompaña, y la luciente

verdad, la sencillez en pechos de oro,

la fee no colorada falsamente;


de ricas esperanzas almo coro,

y paz con su descuido le rodean,

y el gozo, cuyos ojos huye el lloro”.


Allí, contento, tus moradas sean;

allí te lograrás, y a cada uno

de aquellos, que de mí saber desean,

les di que no me viste en tiempo alguno».

 

Obsérvense las rimas del final: … VWV WXW XYX YZYZ. La última estrofa no es un terceto, sino un serventesio, a fin de que no quede ningún verso blanco.

A causa de esta interdependencia de las rimas entre las distintas estrofas, un poema escrito en tercetos encadenados manifiesta, junto al soneto tradicional, la estructura más rígida que existe.

Para mejor inteligencia, recurriremos a un caso práctico: ¿quién no ha compuesto un poema en su juventud, y años más tarde, al leerlo, juzga que es necesario modificarlo? Y supongamos que la modificación consiste en añadir una estrofa nueva entre dos existentes.

Si hubiéramos compuesto nuestro poema en cuartetos, por ejemplo, la tarea podría consistir en modificar el último verso de la primera estrofa (denotado con una tilde a fin de distinguirlo del original) para introducir la nueva estrofa:


Original: ABBA CDDC…

Alterado: ABBA’ YQQY  CDDC…


Sin embargo, en los tercetos encadenados no solo deberíamos cambiar el último verso de la primera estrofa, sino que deberíamos cambiar la rima del segundo:


Original: ABA BCB…

Alterado: AYA’ YB’Y  BCB…


Por otro lado, si la modificación consistiera en cambiar de orden algunas estrofas, en los cuartetos no habría ninguna dificultad:


Original: ABBA CDDC EFFE GHHG IJJI KLLM...

Alterado: ABBA CDDC EFFE IJJI KLLM GHHG…


Pero en los tercetos encadenados la labor se convertiría en un verdadero rompedero de cabeza por la gran cantidad de rimas que habría que cambiar. Sería poco más o menos como romper una cadena.




domingo, 2 de abril de 2023

ÉRASE UNA VEZ... LA SUERTE QUE TIENES

 

Internet ha facilitado la búsqueda de información. A la hora de escribir un libro sobre algo que aconteció hace siglos se cometerán, por tanto, menos errores

   

Érase una vez una época en que no existía Internet.

Y, si querías ambientar una historia en alguna de las campañas de Tutmoses III, no tenías más remedio que acudir a las enciclopedias de las bibliotecas, o a algún libro especializado que por casualidad hubiera en ellas.

Y, si vivías en una gran ciudad, puede que tuvieras suerte. Pero, si vivías en una ciudad pequeña, era muy probable que la información que encontraras no fuera suficiente para lo que planeabas escribir.

Y, aun viviendo en la gran ciudad, era muy probable que esa enciclopedia o ese libro te remitiesen a otros textos que no tuvieses a la mano.

¡Y podías acabar cometiendo errores históricos! Tu obra podía salir como el Don Carlos de Schiller.

 

***

Piénsalo. ¡Qué suerte tienes hoy en día!

Aprietas un botón y hallas todos esos textos.

Más: no solo hallas las campañas de este o aquel faraón, sino también cómo eran los carros, cómo la infantería, cómo las casas. Hay información por doquier.

Puedes adornar tu obra con todo tipo de pormenores.

El trabajo de documentación se ha reducido mucho con respecto a aquel tiempo que érase una vez y ya no es.